Desde la Grada: el perfil deportivo de Constanza Muñoz, ProntoPaga

constanza muñoz

Como todos los viernes, SBC Noticias vuelve con un nuevo Desde la Grada, para saber más de las figuras más influyentes de la industria. Esta semana, nos corremos del enfoque tradicional del segmento para conocer al detalle la historia de Constanza Muñoz, Chief Legal Officer de ProntoPaga, uno de los principales procesadores de pagos de Chile y Latinoemérica.

En esta edición especial, Constanza se abre y cuenta en primera persona su amor por la gimnasia artística y como, eventualmente, esa pasión terminó por conducirla por el camino que la llevó al puesto de liderazgo que ocupa en la actualidad.

Desde la Grada: el perfil deportivo de Constanza Muñoz, en primera persona

Desde muy pequeña me gustaba estar “patas arriba”. podía pasar horas mirando la tele literalmente sobre mi cabeza en el antiguo sillón café que estaba en la esquina de mi pieza. Rápidamente me empecé a despegar del suelo, haciendo sutiles ruedas, tímidas invertidas y precarios rondats. 

desde la grada
Constanza, en una competencia de gimasia en su infancia.

En mi colegio, no existía la rama de gimnasia artística, sino que netamente había unas instancias donde varias escuelas miembros de una asociación de colegios británicos presentaban una reducida muestra de lo que habían avanzado durante el año en la modalidad “destrezas”. Como siempre me seleccionaban, me entusiasmé mucho y le pedí a mi mamá que me inscribiera en algún club donde pudiera practicar la disciplina de manera más constante y profesional. Lamentablemente, en ese momento mi familia no contaba con los recursos como para pagarme una suscripción a un club, y fue así como creí que mi sueño de ser una gimnasta desaparecía. 

Varios años después, entré a la universidad a la que yo creía iba a ser la carrera perfecta; ingeniería comercial, pero rápidamente me di cuenta que estaba muy equivocada. Pero entre tanto fracaso, hubo algo que me mantuvo motivada y feliz: un curso optativo de “Gimnasia Olímpica” que tomé con el profesor Rubén Cárdenas.

Si tuviera que mencionar a una persona que cambió mi vida, fue ese profesor. Me dijo -en su característica forma poco sutil de deslizar las palabras- que, si bien no sabía nada, me iba a invitar a entrenar en las tardes con la selección de gimnasia artística. 

Constanza y su equipo de gimnasia artística.

No sé si le están tomando el peso a mi felicidad en ese momento: ¡me estaban invitando a entrenar con la selección de gimnasia artística PUC! Lo que yo siempre había querido y no había podido, ¡a mis 20 años lo había logrado! Fue tal mi perseverancia que pasé de ser una simple invitada a formar parte de la selección, llegando incluso a competir en tres nacionales universitarios de la Federación Nacional Universitaria de Deportes (FENAUDE).

Pero esta loca historia no acaba acá; si bien estaba muy feliz entrenando gimnasia con la selección dos días a la semana y con el curso los otros tres, estaba reprobando prácticamente todos los ramos, al mismo tiempo que me enteraba que un familiar muy cercano tenía cáncer…TODO MAL.

Hubo un momento donde literalmente no tenía idea qué hacer con mi vida; había tomado algunos ramos de arquitectura, otros de derecho, y también estaba estudiando para el SAT considerando irme a buscar el “American Dream”. Cuando, en un plot twist un tanto repentino, me convencí que la abogacía era lo mío. Acá hay un segundo momento en mi vida donde la gimnasia artística me salva: solamente me pude cambiar a Derecho -mi verdadera y única pasión- bajo la categoría “deportista destacado”.

Constanza en una competencia de gimnasia artística.

La gimnasia artística me apasiona; me parece surreal el desplante que se demuestra al momento de competir. Pero más allá de lo visiblemente hermoso, es un deporte que creo firmemente demuestra la realidad de la vida; individual en apariencia, pero colectivo en la realidad del proceso. Todo lo que soy es gracias a esos entrenamientos, a esas personas que confiaron en mí a pesar de no haber partido de pequeña y, sobre todo, a esos profesores -Rubén y Felipe Cubillos- que vieron en mí las ganas y la fuerza de seguir.