Con más de 40 años de experiencia en la industria de juegos de azar, Eduardo Morales Hermo, senior advisor en Ficom Leisure, reflexiona sobre los próximos pasos hacia la regulación de las apuestas deportivas en Brasil. Las normas más restrictivas amenazan con quitar competitividad al sector y generan riesgos para la rentabilidad. Morales Hermo analiza cómo atraer la demanda al mercado sin perjudicar los objetivos de la regulación.
Como era de esperar, se ha conocido que la regulación de apuestas deportivas de contrapartida en Brasil ha sufrido cambios en su enfoque normativo y, consecuentemente, se ha generado una nueva demora en su implantación.
El ex secretario de Planificación, Energía y Lotería (SECAP) del Ministerio de Economía brasileño, Alexandre Manoel, había anunciado que el nuevo borrador de la regulación de las apuestas deportivas de contrapartida entraría en proceso de consulta pública, después de su publicación el 17 de febrero.
Este nuevo proyecto contiene un importante cambio a través del cual se modifica el modelo de otorgamiento de autorizaciones que primeramente se anunció —que iba a ser libre y competitivo—, al modelo de concurso, mediante el cual se otorgarían las primeras 30 licencias en una primera convocatoria. El procedimiento podría repetirse hasta que se consiga un numero de operadores adecuado a las necesidades del mercado, pero demoraría las convocatorias, con la posibilidad de que el segundo llamado sea hasta cuatro años después del primero. Falta aclarar este punto de las iniciativas.
No es que el concurso sea un modelo malo, sino que se prefiere un mercado abierto y competitivo para conseguir atraer a la gran mayoría de la demanda, o a la totalidad de la misma.
Por otro lado, limitar las licencias de juego reduce el acceso al mercado por parte de numerosos operadores muy competentes, lo que perjudicaría la libre competencia. Sobre todo, teniendo en cuenta la dimensión que supone el mercado de apuestas deportivas en Brasil, suficientemente grande para acoger un buen número de operadores, aunque el mayor porcentaje termine siempre en manos de la media docena más importante y que active su oferta más rápido.
Todos sabemos que, en cualquier caso, los primeros que acceden al mercado tienen ventaja, mientras que el resto tiene que luchar y sufrir por tener suficiente cuota de clientes para sobrevivir.
Lo fundamental es que el modelo regulatorio establezca un mercado competitivo y sostenible, con una oferta completa de contenidos, apoyado en unos estrictos requisitos de cumplimiento para los operadores, y con un modelo fiscal que permita realizar una estrategia beneficiosa. Por este motivo, debe aplicarse una tasa de juego directa sobre los ingresos brutos de juego (GGR), que tendría que fijarse cerca del 15 por ciento sobre esa base.
Esto permitiría una oferta atractiva, un negocio sostenible y buenos ingresos fiscales para la administración. Todo ello, al aplicar una buena política de publicidad, marketing y acciones comerciales, acompañada de una regulación de juego responsable y de protección de los consumidores, especialmente, de los mas vulnerables. Al mismo tiempo, debe preservar la integridad en el deporte, teniendo en cuenta la importancia y la gran penetración que tiene el fútbol en Brasil.
Lo relevante, al final, es traer al mercado regulado la demanda que actualmente se orienta hacia la oferta offshore. Así, se garantizará la seguridad y protección de los consumidores, lo que permitirá una competencia lícita. Con este modelo, además, la administración controlará adecuadamente la actividad, beneficiándose de los ingresos fiscales y del aumento de la actividad económica dentro de reglas claras y sostenibles.
Ahora falta que se ponga en marcha una agencia reguladora y de control de la actividad, independiente y capacitada, que defina cuáles son sus funciones, y que las cumpla de una manea limpia y sin permitir ninguna intervención de aquellos agentes que intenten modificar las reglas establecidas.
Los requisitos técnicos y de seguridad de cumplimiento —especificaciones para la configuración de las obligaciones que han de cumplir los operadores— pueden llevarse a cabo teniendo en cuenta las múltiples y positivas experiencias de otros mercados perfectamente accesibles para los responsables de implementar la regulación de esta actividad.
Dicho esto, tengo mis dudas en cuanto a los plazos de implantación y al alcance de la normativa, y es que Brasil nos conduce a estas dudas después de los cambios que se han dado en los últimos años respecto de la legislación del juego y de las apuestas deportivas.
Es difícil estimar cuándo sucederá, pero no estaremos muy errados si sugerimos que esta regulación podría salir en 2021 y, así, los operadores lanzarían al mercado su oferta. ¡Suerte!