El peso de la fama

Las empresas de juegos tienen hoy una responsabilidad más grande que en el pasado para combatir las noticias falsas que afectan la reputación del sector. José Miguel Chueca Santa María, director de JMC Gaming Consultants, consultora multisectorial en la industria de casinos de Latinoamérica, habló de la importancia de impulsar la reputación desde sus bases; esto es, de adentro hacia afuera. Para lograrlo, deben comunicar… y hacerlo congruentemente.

Tengo que reconocer que disfruto mucho del cine clásico. Particularmente, me gusta el dramático histórico, como el de Scorsese, y más aún cuando es sobre nuestro negocio.

Por ejemplo, puedo ver una y otra vez Casino. Me engancho y disfruto la historia, observo cómo se desarrollaron los hechos y una realidad lejana y la comparo con el hoy.

Me entretiene buscar documentales en YouTube. Algunos sensacionalistas y
equivocados, otros histórica y científicamente correctos. Los analizo desde mi experiencia de más de 20 años en esta industria, dirigiendo laboratorios de certificaciones, asesorando reguladores y operadores, y, sobre todo, conociendo los productos a fondo.

Pensar que hoy en día maniobras como las de Siegel o Rothstein son posibles en mercados regulados es absurdo. Considerar que los productos están hechos bajo la premisa de que hay que generar adicción es ignorancia. Creer que las máquinas “se cargan”, “van a reventar” o están en “ciclo de pago” es supersticioso, tanto como pensar que un juego recién instalado empieza pagando.

El juego es una de las industrias más serias y reguladas en el mundo, donde se aplica tecnología de punta, se tiene uno de los mayores presupuestos de I+D, y donde la operación en más cara y tiene nulos beneficios tributarios.

Pero eso lo sabemos quiénes somos parte del negocio, sea mi caso como experto, el suyo como operador, o el de otros como regulador. Pero, ¿qué hay del público consumidor, del poblador en general? ¿Qué piensan los legisladores? ¿El sistema financiero sigue pensando que somos altamente riesgosos de cara al lavado de activos? ¿Qué conocen ellos de este negocio?

Cuando en el Perú se empezó a discutir la aplicación de un nuevo impuesto (ISC) en el año 2018, fue obvio que nuestra industria era una suerte de monstruo de siete cabezas, satanizada a propósito por muchos, con la complicidad de la aceptación popular. Era fácil darse cuenta de que existía un desconocimiento absoluto que quiénes somos y qué aportamos a la sociedad.

Al conversar o intercambiar opiniones por las redes sociales, profesionales de varios campos se referían al juego como un vicio, una organización cuasi criminal, no regulada y evasora de todo posible impuesto. Al explicarles la realidad y que hay un ente regulador, me respondieron casi siempre “no lo sabía”.

Me pregunté cómo era posible que la mayoría de los ciudadanos no supiera de nosotros, siendo una industria masiva. Intenté explicarme la supuesta conveniencia de tener ese perfil bajo como industria, pero no conseguí encontrar ninguna razón.

Entiendo que somos una industria controversial, pero tan legal como cualquier otra y, además, más controlada que todas. Sabemos que reportamos en tiempo real al Ente Regulador y a SUNAT, que pagamos un canon y ahora un ISC, ni tenemos crédito fiscal, etc. Generamos empleo, no contaminamos ni consumimos recursos naturales de manera directa. Entonces, ¿de qué nos escondemos o avergonzamos?

Somos parte del problema, por omisión. Si no somos capaces de explicar y contar a la sociedad como es nuestro negocio, qué hacemos y cómo lo logramos, qué aportamos, etc., no podemos pretender que cambie la percepción sobre nosotros.

Por ejemplo, existe la idea de que somos “generadores de ludopatía”, pero no hay una clara idea de qué es ludopatía y, mucho menos, se conocen los estudios que indican que el mayor porcentaje de ludópatas, cuyo número crece alarmantemente, son adolescentes y el medio de juego son las consolas. ¿Dónde juegan? En sus casas.

Estamos permanentemente expuestos y actuamos reactivamente. Una iniciativa aislada de un operador construye un colegio. Otra, equipa un hospital con un grupo electrógeno. Y eso está muy bien, pero debe hacerse conocido, así como también deben reconocerse las contribuciones que hacemos a la sociedad.

Nuestra industria está politizada en el congreso y el Poder Ejecutivo en general. “Ni sabíamos cómo funcionan y cuál es el ingreso que tienen, por eso en mi gestión no los gravamos con el ISC”, me confesó un ex Viceministro de Economía. Si el propio gobierno no sabe lo que hace una de sus agencias, ¿cómo lo va a saber el pueblo? ¿Cómo lograr que esto suceda? Necesitamos un urgente acercamiento social. Publicidad en medios, ser parte activa de los mensajes gubernamentales acerca de sus logros, mostrando que la nuestra es una actividad absolutamente regulada y controlada.

Es imperioso “lavarnos la cara” ante la sociedad. Necesitamos mostrar, con
transparencia, qué somos, sin temor y con liderazgo y decisión. Se requiere
urgentemente una cabeza visible que desarrolle un plan de comunicación social. No podemos seguir escondidos, no es correcto ni justo.

“Las autoridades son anti juego, mejor no darnos a notar”. ¿Y si las autoridades fueran anti minería, por ejemplo? Y coloco este caso exacto porque socialmente afecta el sur del Perú desde hace pocos meses; protestas anti mineras detienen el mayor proyecto de las últimas décadas. La mayoría pensamos que es un atraso para el país, y lo es. De igual forma, limitarnos, es un error.

Tomemos la iniciativa, construyamos una efectiva campaña de imagen pública que muestre la verdad, ni más ni menos y empecemos a sentirnos orgullosos de nuestra industria.