Ante los procesos regulatorios restrictivos en los mercados de España, Suecia, Alemania y el Reino Unido, Martin Lycka, director de Regulación de GVC Holdings, recomienda a los líderes de la industria que se preparen para el estrés de un verano laboral…
La pandemia del COVID-19 ha cambiado todo. Incluso, corre ahora el riesgo de ser cancelada la “temporada tonta” —como los británicos denominan a las últimas semanas del verano europeo, cuando los medios difunden notas más frívolas y superficiales—. Si bien pudo ser un tiempo de descanso, tal vez de reflexión, para muchos interesados en la industria del juego y las apuestas que normalmente se despertarían con noticias sobre transferencias en fútbol, no será así este año. En contraposición, debemos leer notas sobre restricciones y prohibiciones a las operaciones y a la publicidad.
Primero vino el gran confinamiento obligatorio: las tiendas de apuestas, los casinos tradicionales, la mayoría de los deportes en sí, se paralizaron. El Rey Póker y la Reina Ruleta, con su primo el Duque Esports a su lado, han tomado las riendas del mundo del juego. Los patrones de apuestas de los clientes han cambiado; se han ajustado las ofertas de productos, mientras fueron añadidas nuevas medidas de prevención del juego problemático.
Las regulaciones no se han detenido. Las suspensiones temporales de licencias, las restricciones publicitarias motivadas por el COVID, así como los límites de operación más estrictos, han reafirmado su posición en el mosaico de cambios legislativos que han caído sobre la industria del juego. Los ejemplos abundan: el Reino Unido lo intentó, Francia lo debatió, Estados Unidos, Portugal, España, Suecia, Lituania, siguen el ejemplo. La industria ha asumido nuevas reglas y, en muchos casos, incluso ha ido más allá. La seguridad del consumidor es lo primero, como debe ser.
La gran pregunta es qué sucederá a continuación, cuando el tren de las regulaciones se adentre en la primera fase de la “nueva normalidad”. Está claro que no parará ni dará tregua, pero quizás las consecuencias no están claras, como cabría esperar.
Las normativas se van forjando, remodelando y modificando; las agendas políticas están en constante cambio; los parlamentos producen una propuesta tras otra; los presupuestos necesitan ser ajustados. El hecho de que ahora parezca haber una luz al final del túnel del COVID no significa que automáticamente todas las regulaciones surgidas en este tiempo serán olvidadas. En realidad, todo lo contrario. Parece que muchas de ellas llegaron para quedarse…
España es el ejemplo más claro al respecto. En el pico de la crisis sanitaria, el Gobierno ordenó a los operadores con licencia que retiraran sus promociones y anuncios, y que limitaran las comunicaciones con sus clientes. Posteriormente, las restricciones se levantaron con el regreso de La Liga, solo para que se avanzara con la última versión del decreto de publicidad de juegos de azar español. No habrá bonificaciones de bienvenida, ni patrocinios en camisetas ni publicidad en televisión, entre otras cosas. ¿Fueron estas decisiones motivadas por el COVID, por el populismo, por la nueva normalidad? ¿El sueño húmedo de los operadores ilegales?
Suecia es otro epítome de la tendencia regulatoria post-COVID: se han implementado nuevas normativas, supuestamente diseñadas para detener una ola de problemas relacionados con el juego. Las medidas incluyen restricciones draconianas sobre el valor de los bonos, así como límites adicionales para el casino online. Según anunciaron, estas regulaciones expirarán a fines de 2020. Sin embargo, existe la posibilidad de que tengan vigor por más tiempo, lo que podría resultar en un golpe fatal para el ya afectado mercado sueco.
Al otro lado del charco, una ráfaga de regulaciones se ha apoderado del naciente mercado de apuestas deportivas de Estados Unidos. Illinois canceló el requisito de registrarse en persona en los servicios de apuestas deportivas, solo para reintroducirlo un par de semanas después. La Cámara de Representantes de Massachusetts está a favor de las apuestas deportivas, pero el Senado pone un freno a ese entusiasmo. Nueva York sigue reflexionando sobre si se requiere una enmienda constitucional en relación con las apuestas móviles. California vacila; Nevada recorta los presupuestos; el debate sobre los pagos cashless continúa. Sin embargo, con regulaciones en más de 20 estados y con muchos más listos para dar el paso, la tendencia de crecimiento de las apuestas deportivas en el país es irreversible y brinda una oportunidad cada vez mayor.
Por último, pero definitivamente no menos importante, los dos gigantes que antes estaban algo dormidos se han despertado con un rugido: el Reino Unido (menos Irlanda del Norte) y la República Federal de Alemania (la regulación del juego ha resultado ser uno de los desafíos más grandes y agotadores de ese federalismo). Mientras el Reino Unido está preparándose para revisar la Ley de Juegos de Azar de 2005, Alemania está cada vez más cerca de introducir una nueva regulación para todas las verticales online.
Las organizaciones como Gambling Related Harm APPG, el Comité de Cuentas Públicas de la Cámara de los Comunes y el Comité Específico de la Cámara de los Lores, junto con la Comisión del Juego, son los impulsores y agitadores de las propuestas extremas en el Reino Unido. Los Gobiernos de los 16 estados alemanes, junto con los funcionarios reunidos en el Consejo Alemán del Juego, o Gluecksspielkollegium, si se quiere, son los que promueven estas ideas también en el país.
No, no habrá “temporada tonta” (silly season) durante este verano. Los fanáticos de la regulación del juego se abrocharán los cinturones y se prepararán para un viaje imperdible.