Perú y la regulación del juego online: “Es poco probable que el tema se trate en el actual contexto de crisis política”

En entrevista con SBCNoticias, José Miguel Chueca Santa María, director de JMC Gaming Consultants, consultora multisectorial en la industria de casinos de Latinoamérica, explica cómo la crisis política e institucional que vive Perú -que alcanzó su punto más álgido con la reciente disolución del Congreso- complica el avance de la regulación de las apuestas deportivas y el juego online.

-Durante los últimos años mucho se ha hablado de la inminente regulación del juego online y las apuestas deportivas en Perú. Incluso, en las últimas semanas, se mencionaba que los acuerdos ya se habían alcanzado y que era cuestión de tiempo para que el tema llegara al Congreso. Sin embargo, el desenlace es muy incierto y los acontecimientos que han tenido lugar en el país no son alentadores. ¿Cuál es su perspectiva al respecto?

-Siempre que hablamos del tema de regulación y licenciamiento de los operadores de cualquier actividad, en JMC estamos irrestrictamente a favor de ello, pero eso sí, en un marco de equidad y justicia. En esa línea de pensamiento, dimos nuestra opinión contraria a la aplicación del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), impuesto del que el Ministerio de Economía y Finanzas no podía escapar y que nuestra industria no soporta, claramente. La alternativa para nosotros era otra: regular las apuestas deportivas y el juego online en lugar de seguir ahorcando a la misma actividad económica (casinos y tragamonedas).

Sin embargo, las buenas intenciones de regular esto de parte del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo se golpearon contra una pared muy difícil de escalar, que es el entrampamiento burocrático de nuestro país. Mientras las diferentes autoridades seguían con la idea de querer saber más de nuestro negocio que nosotros mismos y nuestro regulador, se perdió tiempo precioso en beneficio de la expansión rápida del negocio.

Hubo también una serie de imprecisiones iniciales que se fueron corrigiendo en el camino hasta llegar a una propuesta más cuajada y viable. De pronto, parte de este tiempo se hubiera podido ahorrar y con ello reducir el impacto de la demora burocrática adicional, haciendo que más expertos fueran partícipes de la propuesta. Pero creo que el resultado no hubiera cambiado al final y estaríamos en el mismo lugar.

Considero que el primer error se arrastra desde la conceptualización de aquello que se pretende regular. Las apuestas deportivas no son juegos de azar, son eventos basados en las habilidades individuales y grupales de un equipo de participantes que se preparar periódicamente (digamos, por semana) para enfrentar retos, que son las competiciones. Sus contrincantes se preparan de la misma manera, aplicando estrategias y hasta tecnología, justamente sin dejar ‘nada al azar’. Son eventos de resultado impredecible, aunque con probabilidades calculables.

Las propuestas regulatorias iniciales consideraban a las apuestas deportivas como juegos de azar y trataban de aplicarles los mismos lineamientos, de manera de encausarlos dentro de un esquema conocido. Y ello, en gran parte, es porque el marco regulatorio con el que trabajamos hoy en día tiene 20 años de antigüedad, es obsoleto y desfasado. No ha habido voluntad política de cambiarlo y actualizarlo, siendo que, por el contrario, se han recibido satanizaciones permanentes de parte, incluso, del mismo Gobierno. Siendo un tema totalmente nuevo, diferente, ameritaba también una oportuna capacitación y asesoramiento, que no se dieron porque seguramente involucrarían gastos que podrían ser objeto de crítica

¿Cómo puede un regulador, entonces, hacer su trabajo de manera eficiente?

-Otras industrias lúdicas, incluyendo loterías, escapan de todos los esfuerzos de control y regulación, mientras que a casinos y tragamonedas se les ajusta cada día más el nudo al cuello.

Esta es una opinión absolutamente personal, pero considero que en toda esta historia de idas y vueltas en las que consistentemente se han bloqueado los esfuerzos de control y regulación, existen actores que no han salido a la luz aún.

-¿Cree que la ausencia de regulaciones beneficiaría a algunas empresas en particular?

-Me parece que es bastante claro que mientras una actividad no pague un canon o impuesto especial, pero una similar a ella sí lo haga, hay una disparidad de criterios y un beneficio directo para unos, en detrimento de otros. Eso no tiene nada que ver con señalar casos individuales, es simplemente un análisis básico, casi pueril.

Por ejemplo, hoy en día es posible que el cajero de una importante cadena de supermercados ofrezca un boleto de lotería electrónica generado al azar, y, de paso, anónimo. ¿Quién controla esto? ¿Qué tan difícil puede ser ofrecer un boleto de una apuesta deportiva en breve? Tecnológicamente es muy sencillo, es un tema de integración de sistemas y plataformas. Y con esto no quiero decir que esté mal tener este canal de distribución, al contrario, me refiero a que debe estar regulado y gravado impositivamente, como casinos y tragamonedas.

-Al parecer, el avance de la actividad tal como lo señala -abriendo nuevos canales de distribución como el descrito- haría que una posible regulación sea más complicada en el futuro. ¿Esto es así?

-Sin dudarlo. Soy un convencido de que el desarrollo abierto de una industria, de esta manera, hará necesario que las regulaciones se ajusten al negocio existente, en lugar de que el negocio por desarrollarse se haga dentro de un marco regulatorio existente, de acuerdo a las posibilidades operativas y conocimientos del regulador.

El paradigma actual va a exigir en su momento que el regulador exhiba herramientas y capacidades más avanzadas de lo que probablemente sea posible hacer, por las limitaciones propias de nuestro aparato estatal. Entonces, recibirá un encargo sobredimensionado y será inmediatamente objeto de críticas al cumplimiento de sus tareas. Y cada día que pasa es más complicado. El hecho de tener diferentes agencias gubernamentales controlando distintas actividades similares no ayuda. Casinos y tragamonedas por un lado, loterías por otro y rifas y sorteos en una tercera dependencia, todas ellas de Ministerios diferentes además.

-Ha señalado dos aspectos muy relevantes: la obsolescencia de las regulaciones y la diversidad de agencias reguladoras existentes. ¿Qué propondría en estos casos?

-Creo que la solución puede llegar a ser bastante simple. Una sola entidad reguladora, estilo Superintendencia, que controle y regule todas las actividades de juegos de azar y apuestas que se desarrollen en el país. Una definición orgánica de ella que le permita generar las diferentes líneas de acción que pueda necesitar, estableciendo de manera independiente los requisitos de funcionamiento y operación de cada actividad. Todo en un solo organismo, adscrito a un Ministerio, con autonomía suficiente para la modificación de regulaciones. Ello conlleva a una Ley base que fije parámetros generales y permita que los específicos sean creados por este nuevo organismo.

-¿Cómo ve las posibilidades de que alguna regulación de apuestas deportivas y juegos online sea promovida actualmente?

-Cuando conversamos hace dos semanas sobre este tema y la aparente inminencia de la promulgación de una ansiada regulación, les mostré mi escepticismo señalando que, a mi modo de ver, el Congreso tenía una agenda diferente, cargada de aspectos más importantes coyunturalmente, como intentar sobrevivir la lucha de poderes con el Ejecutivo. En ese escenario no veía posible que este anhelado proyecto pudiera salir adelante; es más, veía que inexorablemente iba a pasar al final de la fila.

Creo que la situación actual me da la razón. El país se debate en una discusión pírrica en la que reclama al Ejecutivo acciones enérgicas e inmediatas en la reactivación económica. No veo probable que un tema como la regulación de las apuestas deportivas y el juego online, controversial y estigmatizado como casinos y tragamonedas, se trate en el actual contexto de crisis política.