La regulación del juego y las apuestas es el primer gran paso para establecer un mercado ordenado en cualquier parte del mundo. Sin embargo, solamente con legalizar el sector no es suficiente.
En los últimos años, distintos gobiernos de Latinoamérica han avanzado sobre la industria (especialmente en su versión online) y distintas jurisdicciones ya han lanzado el negocio.
Con Colombia como punta de lanza, la región se abrió al juego online, que rápidamente se volvió popular. Detrás llegaron algunas provincias en Argentina –donde regular depende de los gobiernos locales–, el ordenamiento de un sector ya establecido en Perú y el inicio del debate en países como Chile o Brasil.
Sin embargo, tanto en aquellos lugares donde se reguló como en aquellos donde se está debatiendo aún, la industria sigue siendo observada de reojo. Críticas, propuestas de restricción y la repetición de frases trilladas dominan la escena regulatoria ante una aparente pasividad por parte de los actores de un sector que ya funcionaba de todas formas, pero que parece haber tomado mayor notoriedad con su formalización.
Tanto en aquellos sitios donde está legalizado como en aquellos que no, el principal aspecto cuestionado es la publicidad. Las marcas de los distintos operadores tomaron notoriedad en distintos espacios –sobre todo en la televisión– y despertaron el rechazo de algunos sectores (como la prensa generalista) que consideran su promoción como un factor directamente perjudicial para la población general.
En el caso de Argentina, cuyo mercado del juego online avanzó en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, además de otras jurisdicciones, es cada vez más común la promoción de sitios sin licencia por parte de influencers en Twitter y Twitch, la popular plataforma de streaming, que es uno de los principales consumos de los jóvenes en la actualidad.
No solo estos sitios son de fácil acceso, sino que los reguladores no tienen ningún tipo de control sobre ellos, por lo que no hay forma de exigir o verificar que se cumplan las mínimas prácticas de juego responsable.
De todos modos, cabe preguntarse: ¿Acaso saben todos los usuarios que esos sitios no tienen permiso de los reguladores para operar? ¿Conocen siquiera que existe en el país un mercado autorizado con empresas licenciadas? ¿Podrían hacer más las autoridades para concienciar al respecto y actuar contra las páginas ilegales?
En pos de fomentar un consumo saludable, Argentina instauró el dominio .bet.ar, que facilita el reconocimiento de sitios con licencia de un regulador local. Sin embargo, hemos comprobado durante la redacción de este artículo que hay decenas de otras páginas web de apuestas a las que se puede acceder sin inconvenientes.
Ahí es donde las autoridades del juego de cada provincia deben actuar para bloquear estos sitios con mayor celeridad y evitar su proliferación. De no hacerlo, continuarán captando usuarios y no solo se llevarán dinero de apuestas que tendría que dejar impuestos en el país, sino que podrían potenciar posibles comportamientos patológicos en algunos de sus usuarios.
A través de campañas en medios de comunicación y sus propios canales de difusión, las autoridades del sector deben intensificar sus esfuerzos para notificar a la población de la regulación existente y dar a conocer cuáles son los operadores autorizados y cómo identificarlos.
La industria tiene los mecanismos como para ordenar las opciones disponibles en cada mercado y limitar la promoción de las actividades que no cumplan con los mínimos requisitos establecidos. Si logra implementarlos, podrá mostrarse como el generador de recursos y empleos que verdaderamente es y apaciguar las –posiblemente justificadas– críticas de sus detractores.
De lo contrario, la experiencia de estos mercados continuará experimentando turbulencias mientras aumenta la potencial exposición de poblaciones vulnerables a operaciones que no cumplen con los estándares de juego responsable.