La pandemia de la desinformación y la conveniencia: el problema de no contar con una regulación en Brasil

apuestas deportivas en brasil

Ya ha quedado claro que el mercado de apuestas deportivas en Brasil es el más esperado a nivel global. Pocas palabras quedan para describir la importancia del país sudamericano para toda la región y la industria, tanto por términos económicos como sociales.

En los primeros meses de 2023, poco tiempo después de que asumiera Lula da Silva en su tercer mandato como presidente de Brasil, se reanudaron las conversaciones y las iniciativas legislativas para avanzar con lo que daría lugar a una industria de más de 6 mil millones de dólares.

Sin embargo, estos intentos no llegaron para continuar con lo que Bolsonaro no había conseguido, sino que tomaron por sorpresa a la industria ya que surgieron a partir de distintos escándalos de manipulación de partidos en categorías inferiores de fútbol, como en la Série B.

Todas las explicaciones lógicas indican que el camino para prevenir el amaño de partidos es mediante la regulación, la educación y la protección del jugador. Nada puede resolverse si la industria de apuestas deportivas en Brasil se mantiene a las sombras.

Entonces, ¿por qué existen cada vez más mensajes en medios locales justificando que las apuestas afectarían a los jóvenes, que aumentaría la manipulación de partidos y que tendría un efecto negativo en el deporte?

Newsflash, las apuestas existen, están legalizadas y, gracias a la ley, seguirán existiendo. Abogar por la prohibición solamente ayudará a que los jóvenes continúen accediendo a servicios que no están dirigidos hacia ellos, que los jugadores no estén protegidos y que el país no perciba un centavo por parte de la industria.

Las opiniones son gratis, la información también, y el peligro de continuar desinformando y crear una narrativa falsa, es muy costoso.

El hecho de que medios prestigiosos como O Tempo publiquen estadísticas incomprobables y que otros medios llenen los titulares de realidades tergiversadas es un peligro muy grande para Brasil y para la industria del juego en general, que ya de por sí carga con un estigma negativo.

Brasil debe apresurarse por aprobar un marco regulatorio que le provea los medios necesarios al deporte, a los actores del mercado y, sobre todo, a los jugadores, las herramientas más adecuadas para poder mejorar la situación actual.

El juego existe desde siempre y ninguna campaña por parte de los lobistas en los medios hará que deje de existir. En el peor de los casos, la industria seguirá sin regularse, sin proveer condiciones decentes a los jugadores y sin aportar beneficios al Estado.

Sería conveniente consultar a los medios si creen que jugadores como Joseph, defensor del equipo de Série B Tombense cuyo contrato fue rescindido por participar en amaño de partidos, no han participado en este tipo de actividades por no saber las penalidades a las que se enfrentan o si no continuarán haciéndolo sabiendo que no hay ningún organismo que monitorea oficialmente a las apuestas.

También sería favorable cuestionar a los medios qué creen que ocurriría si un marco legal no existiera y no se visibilizara un hecho ocurrido como el de Ferreira, el jugador del Gremio que publicitó las apuestas en sus redes sociales luego de un acuerdo con la casa que patrocina a ese mismo equipo, Esportes da Sorte.

A lo sumo, la legalización de la industria en 2018 y la inminente regulación están contribuyendo a traer estos temas a la vista de todos.

Según la Real Academia Española (RAE), desinformar es el hecho de dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines, aunque también significa dar información insuficiente u omitirla.

En el caso de Brasil y de todas las encuestas que han sido compartidas recientemente, pocos datos han sido mencionados de fuentes oficiales o de asociaciones existentes de mercados con larga data.

En un mundo en el que toda la información está al alcance del que quiera encontrarla, también es necesario resaltar el significado de conveniencia, que hace referencia a la utilidad y al provecho, cosas de las que, sin duda, hacen uso distintas partes que están en contra de la industria. La pregunta, entonces, es: ¿quién se beneficia? ¿Quién se perjudica?